Foto de portada: Elaine Casap
La fotografía del cielo nocturno requiere que la cámara sea capaz de recoger mucha más luz que nuestros ojos.
Texto y fotos: Manuel Jiménez Cepero
La cantidad de luz que recoge una cámara fotográfica es proporcional al tiempo que el diafragma está abierto. De modo que si queremos fotografiar objetos de cielo profundo, como galaxias, debemos mantener el diafragma abierto muchos segundos, e incluso minutos. Pero durante ese tiempo las estrellas no permanecen inmóviles, giran entorno a la estrella polar como reflejo de nuestro propio movimiento de rotación. El movimiento a simple vista parece lento, pero a través del ocular de un telescopio es muy rápido, lo suficiente como para que las fotos de varios segundos de exposición resulten movidas.
Para fotografiar objetos de cielo profundo es indispensable acoplar la cámara a una montura ecuatorial motorizada que proporciona a la cámara un movimiento alrededor de la estrella polar de la misma velocidad angular de la Tierra, pero en sentido contrario, anulando así el movimiento de las estrellas. Para tiempos de exposición no demasiado largos y no muchos aumentos, la montura ecuatorial motorizada funciona bien. Pero para fotografías de mucho aumento y tiempo de exposición largo es necesario además un sistema de autoguiado que corrija las pequeñas imperfecciones del seguimiento, lo que complica tecnológicamente aún más la astrofotografía.
Nota: Ambas fotos están hechas a foco primario con 400mm de distancia focal y 15 segundos de exposición.