Hace más de 3.000 millones de años, bajo la delgada corteza sólida del Océano de las Tempestades, hervía un mar de magma que presionaba la corteza.

Bajo esta presión, en los puntos más débiles, esta corteza lunar se levantaba formando un monte de algunos centenares de metros de altura con de laderas de suaves pendientes. Antes de que la corteza se fracturara dejando salir la lava y convirtiéndose en un auténtico volcán, el magma interno se solidificaba y dejaba un montículo. Es lo que conocemos como domos lunares volcánicos.

Los domos volcánicos son abundantes en las llanuras de lava de la Luna. Pero son difíciles de ver ya que, al ser bajos y achatados, proyectan poca sombra: Solo cuando el Sol está muy bajo en el horizonte lunar. Es decir, cerca del terminador, proyectan suficiente sombra como para detectarlos.

En las cercanías del cráter Marius, de 40 km de diámetro, se puede ver un gran campo de domos volcánicos cuando la Luna tiene una edad de 12 o 13 días. Es el campo de domos más importante de la Luna. Y es una muestra congelada de la gran actividad magmática que tuvo en el pasado el subsuelo del Océano de las Tempestades. Las verdaderas tempestades de lava y fuego fluían bajo la aparente tranquilidad de la superficie.

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Texto e imágenes: Manuel Jiménez Cepero

Imagen de cabecera: LRO WAC image procesada por Rick Evans. Publicada originalmente en www2.lpod.org